"No odio en modo alguno el cine comercial. Es perfectamente lícito. Hay mucha gente que necesita evadirse porque quizás atraviesen situaciones personales difíciles. Pero eso no tiene nada que ver con una manifestación artística. Una manifestación artística está obligada a confrontarte con la realidad". Michael Haneke.
Se va creando un espacio, una rutina, una suerte de hogar para destruirla después. Los silencios de una familia cuando come, cuando lava el auto, las lágrimas no enjuagadas a tiempo, las cartas gélidas como detonante de una huída. Se suceden los días sin sucesos se consigue atrapar la angustia de vivir. Saben lo que es irrevocable, es lo único que los impulsa, han encontrado una solución en donde los terrores de la vida diaria pueden anular el instinto de existir, quizás el séptimo continente sea la tierra prometida en la mente de cualquier suicida.
Se sabe que la alienación cuando no está relacionado a los problemas mentales, sino más bien afectado por los factores externos, va perdiendo entidad llegando a un estado de cosificación, siendo esta el grado máximo de alienación al que puede llegar una persona.
Esa mirada de Haneke lo dice todo con una objetividad desnuda, desplegando el ajuar de Freud como parte de su artillería, un cineasta que supone a la familia como origen de todo conflicto, el primer núcleo donde se origina la batalla. De modo fragmentado con interrupciones de varios segundos, cuadros en negros, imágenes oníricas que evocan a un mundo mejor, en contraposición al núcleo familiar avocado al automatismo. La manera tosca de mostrar a la familia presagia su destrucción, siendo igual de minucioso (hasta casi obsesivo) su funcionamiento al de desfallecer. La utilización excesiva de planos detalles (él lo llama close-up) transmiten la cosificación de la vida, mostrándonos un mundo repleto de banalidad. El desequilibrio presidido por la televisión muestra esa realidad como una representación televisiva de la misma, un derivado potencialmente nocivo.
Primero se empieza por silenciar el teléfono pasando por la demolición de todos los objetos de la familia desperdigados por el suelo, todos están sujetos a una falta de aire como sinónimo de asfixia, el valor que tienen los peces muriendo fuera de la pecera es sumamente maravillosa.
Me fascina porque no se pretende encontrar el por qué de las cosas y la catástrofe, sino reflejar un universo completo de riquezas manifestado por la dilatación de aquellos comportamientos ordinarios. La experiencia de una vida sin estímulos puede empujar a personas aparentemente equilibradas al desastre.
"Me regocijo con la idea de morir. "
Y Evi dijo, entonces:
" Yo también. "
Ustedes se asustaron mucho. Lo hablamos mucho después y sé que la muerte, no tiene nada de horroroso para Evi. Ahora que tomamos la decisión de llevarla con nosotros, volvimos a hablar de eso con ella y era a la vez bello y triste ver con qué facilidad aceptó quedarse con nosotros. Creo que recordando la vida que hemos tenido, es fácil aceptar la idea de un final.
Por favor, no estén tristes y no se hagan ningún reproche ni lo tomen como una crítica,lo que les digo es una simple observación que no tiene nada que ver con ustedes.
Con todo mi amor.
Su hijo Georg.
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