Si alguien pensaba que el cine no puede contar historias personales manteniendo una cierta distancia, como una canalización psicoanalista de los conflicto, es porque no vieron 35 rhums una de las últimas película de Claire Denis.
La relación de un padre con su hija, cada uno siente la inminencia de un suceso, el de la separación. Esta crónica social ubicada en las afueras de París alejada de la imagen que todos conocemos como la "ciudad del amor", sino retratada como una ciudad que realmente es: fría , hostil, en donde ser extranjero es enfrentarse permanentemente al desarraigo.
Esta historia inspirada en la relación del abuelo con la madre de la directora, exprime cada una de las necesidades emotivas de los personajes. Un padre perfecto en el silencio, una hija que capitaliza el rol de esposa para no dar lugar a reemplazos, el drama personal que implica ser hijo único, los vínculos familiares que se desprenden de esto, aceptar que los padres envejecen y uno debe cuidar de ellos, el cambio de roles y los baches que surgen como consecuencia.
No puedo decir que no me sentí tocada al respecto, ni que no fui al cine sola también esta vez. Tengo debilidad por los festivales, y ese año particularmente hice una buena cosecha.
El acompañamiento apropiado para las imagenes del mundo subterráneo, está cargo de la banda inglesa Tindersticks, su resultado sobresale.
Sería positivo para el cine, que Isabel Coixet deje de demostrar constantemente cuanto sabe de las relaciones humanas y sus miserias, y empiece a comer un poco de aquí, ya que la sensibilidad en el cine como en cualquier otra expresión artística, no se basa en formulas.
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